miércoles, 27 de febrero de 2013

Alma Mater

De una hoja de un árbol se pueden hacer muchas cosas: se puede analizar su composición celular, en términos de la Biología, se puede pintar en óleo, hacer un retrato realista, se puede escribir un poema y hablar de su tono acaramelado, se puede redactar para la prensa un ensayo sobre la hoja y el significado simbólico que alguna civilización le de.
Hay tanto que se podría hacer; es infinito; cada ser humano podría realizar algo diferente con una hoja de un árbol. Cada uno tiene y escoge desarrollar habilidades y ciertos conocimientos.
El saber, para quienes tenemos la oportunidad de estudiar en la UNAM, es algo muy difícil de describir. Algo que nos permite crear, expresarnos, comprender y admirar el mundo, la producción cultural y la producción propia. La Universidad nos permite tantas cosas. En primer lugar, para comenzar con algo, su paisaje es un entorno que provoca armonía, entre Rectoría y la Biblioteca Central hay una disposición organizada del espacio, el verde de los jardines es hermoso, la arquitectura de la UNAM es una obra de arte. La UNAM es benévola, es bendita, es lugar que cautiva y cuando la aprehendes se vuelve en un amor mutuo, es la segunda casa, es la madre, es generosa, es lo que todos expresan; es tanto lo que nos da que no hay cosa que se imagine para poder retribuirle, por eso si fuera lo único que sobreviviera a una destrucción masiva de edificios, sería la que todos sus hijos estudiantes defenderíamos, y rodearíamos en una cadena humana realmente unida por un sentimiento unívoco; la defenderíamos con la vida, porque ellas nos acogió, nos instruyó, nos guió, nos despertó y humanizó en un nivel en seguida de la familia. UNAM te debemos mucho, te querremos siempre, has entrado en lo más hondo de nuestra humanidad, eso nos congratula, no hay manera de agradecer. No hay comparación, lo tuyo es cosa de los dioses, de de lo que no se puede contar porque es incontable. Perdurarás en el tiempo, te haremos honor con nuestros logros. No hay manera de agradecer.
Estar aquí es... ¡Ojalá fuera eterno! ¡Si todas las calles fueran como la UNAM! Por eso aquí es como un santuario. Exiliados del mundo aquí tenemos un lugar propio donde pensamos el universo entero y el hipotético. Ideamos mundos posibles en el imaginario de muchas colectividades.

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