oscuridad prolongada;
parece que la Tierra
vuelve a ocultar sus soles,
cerrazón de una puerta de madera afilada.
¡Pues qué divina desgracia
la que ahora me acoge!,
de nada tengo con este frío
que a mi corazón rompe,
pobre mi corazón,
torpe,
tiembla.
No tengo nada más qué hacer;
tengo tu ausencia,
tu ausencia que es la mía.
Amor, quiero decirte:
te pienso;
quiero hallarte,
te espero.
Quiero que tú me digas mil cosas en el oído,
porque a mis oídos le hacen falta tus labios,
tu susurro.
Búscame en los prados,
a un lado de mis sueños
que he abandonado.
No puedo ser yo si no te tengo,
si no me sumerjo en el fulgor de tus brazos.
Mejor regresa
y quiéreme con tus dos brazos,
con tus labios mojados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario